lunes, 21 de febrero de 2011

LA ESTAFA DEL MODELO NEOLIBERAL EN EL PERÚ

Más de la mitad de los pobladores de Lima (54.9%) se sienten inseguros frente a la proliferación de la delincuencia. Los robos, asaltos y secuestros abundan en la ciudad que, supuestamente, ha recibido en los últimos veinte años los mayores beneficios de lo que el neoliberalismo denomina “estabilidad macroeconómica de precios y crecimiento”. Al no considerar políticas para enfrentar la elevada tasa de desempleo, un sector de la población afectada por la falta de ingresos se ve obligada a colocarse al margen de la ley para agenciarse el sustento diario. Las cifras provienen de una encuesta publicada por el diario “Perú21” (*). 
  1. Los tres principales problemas económicos que se discuten en cualquier curso universitario de macroeconomía son: (a) la inflación; (b) la falta de crecimiento económico sostenible; y (c) el desempleo. Las políticas macroeconómicas de ajuste y estabilización tienen como objetivo enfrentar estos tres problemas y minimizar sus efectos. 
2. En el caso peruano, las políticas macroeconómicas de ajuste y estabilización debieron haber tenido como objetivo la minimización de la tasa de inflación, la aceleración del crecimiento económico sostenible, y la minimización de la tasa de desempleo. 
3. El régimen neoliberal impuesto por la dictadura fujimorista y continuado por Toledo y García Pérez ha castrado la macroeconomía. Ha cercenado de un plumazo la discusión del desempleo, que es uno de los tres problemas económicos fundamentales del país. La desocupación, es decir el mayor desafío humano que la economía debe enfrentar, ha sido eliminada de la agenda de la política macroeconómica nacional. El gobierno y sus principales técnicos únicamente están interesados en luchar contra la inflación y en estimular un crecimiento económico que no genera un saldo positivo de creación de puestos de trabajo. 
4. Sólo reduciendo a dos los objetivos de la política macroeconómica –estabilidad de precios y crecimiento– puede llegarse a la conclusión que la política neoliberal fue efectiva. Sólo eliminando sutilmente del debate nacional el problema de la desocupación puede obtenerse la conclusión que la “economía peruana está muy bien”. 
5. En el Perú, la falta de empleo adecuado afecta al 50% de la población económicamente activa. Tan elevado grado de desempleo abierto y encubierto sustenta la afirmación que –al no considerar la lucha contra el desempleo– la política macroeconómica ha sido incompleta e insuficiente. Muestra también que el lado humano del desafío económico no ha sido considerado apropiadamente. 
6. La reducción del enfoque de la política macroeconómica al tratamiento exclusivo de la dualidad “estabilidad de precios-crecimiento” permite explicar la contradicción entre la afirmación gubernamental acerca de la bondad de la “estabilidad macroeconómica” y la percepción popular de estar viviendo una situación económica crítica. Para el régimen neoliberal, “estabilidad macroeconómica” no incluye atacar el problema del desempleo. Ello implica –aunque parezca un trabalenguas– que la falta de trabajo para la mitad del país también se mantiene estable, lo cual no preocupa a los de arriba pero sí es pesadilla diaria para los de abajo. 
7. El Perú se asemeja a un enfermo que padece simultáneamente tres condiciones de salud: presión alta, diabetes y tuberculosis. Los médicos económicos del régimen neoliberal de Fujimori, Toledo y García Pérez han mantenido bajo control la presión alta –es decir la inflación– y la diabetes (falta de crecimiento económico). Sin embargo, la tuberculosis económica del país (la desocupación) no ha sido tratada por el galeno neoliberal y su persistencia pone en peligro la vida del enfermo. 
8. El médico económico neoliberal se niega a reconocer la gravedad del desempleo y por ello no trata la dolencia. Pone así en práctica el dogma que aprendió en esa paradoja representada por facultades de economía de fines del siglo XX congeladas en la enseñanza de la teoría económica clásica anterior a la Gran Depresión. En forma errónea, el médico económico neoliberal cree que a largo plazo la desocupación se curará sola. Ingenua y librescamente supone que el mercado laboral alcanzará el equilibrio por sí mismo lo que resultará en un grado adecuado de empleo y salarios. 
9. Desde Fujimori, pasando por Toledo y llegando a García, la Clínica Neoliberal ha estado al cuidado del enfermo económico peruano. ¿Podemos en la situación de tuberculosis avanzada del paciente (desempleo) afirmar que las prescripciones médico-económicas de esta Clínica han sido efectivas, acertadas, completas y suficientes? ¿No estamos frente a un enfermo que puede morir de tuberculosis a pesar de mantener controladas la presión alta y la diabetes? 
10. Eximir a la política macroeconómica de considerar el tratamiento del problema del desempleo no es una acción casual, ni se debe únicamente al dogmatismo de los especialistas. La variable explicativa del cercenamiento discurre por las avenidas de los intereses económicos y políticos que defiende el neoliberalismo. Dichos intereses son los de las minorías privilegiadas del país, son las aspiraciones de los reyes del oro, de los reyes del cobre, de los reyes de la harina de pescado. Al igual que Fujimori y Toledo, García Pérez equiparó el “progreso del Perú” con el “progreso de las clases dominantes del país”. Podemos así repetir en nuestro país las palabras del dictador brasileño Castelo Branco, cuando declaró hace cinco décadas que la “economía estaba muy bien, pero el pueblo está muy mal”. Esa es la situación del Perú al final de la primera década del siglo XXI: la economía (de los ricos) está muy bien, pero el pueblo está muy mal.
Fuente: https://sites.google.com/site/vozdelperuano/desverguenza-nacional-faenon-aprista-destruye-el-peru

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