domingo, 10 de julio de 2011

Cusqueño descubrió Machu Picchu, Bingham la fama.

Cusqueño descubrió Machu Picchu, Bingham la fama. 
Hasta ahora el Perú no le hecho justicia a Agustín Lizárraga, el mediano hacendado o agricultor cusqueño que descubrió Machu Picchu nueve años antes que Hiram Bingham, incluso inscribió la letra inicial de su nombre y su apellido.
Lizárraga escribió su apellido paterno en el muro de las famosas “Tres Ventanas”, de la fastuosa ciudadela inca el 14 de julio de 1902.
Lizárraga, el descubridor de Machu Picchu, realizó las primeras labores de limpieza en las ruinas, acompañado por Justo A. Ochoa, Gabino Sánchez y Enrique Palma, pero murió ahogado en el río Vilcanota en febrero de 1912.

Esta muerte súbita le impidió reclamar ser el verdadero descubridor del imponente santuario que seduce la atención de todo el mundo y marca el espíritu de quienes tienen la suerte de llegar hasta las mismas ruinas y caminar sobre cada uno de sus míticos espacios.

BINGHAM NO MENCIONA A COMPATRIOTA


Ni siquiera se le nombra como el antecesor de Bingham, quien ganó fama tras realizar tres expediciones (1911, 1912 y 1915) hacia Machu Picchu, que llamó “La ciudad perdida de los incas”, pero tampoco mencionó a un compatriota suyo que conocía de la existencia de Machu Picchu.
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este personaje fue Albert Giesecke, un académico norteamericano que con sus 29 años era rector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco y que fue quien le dio las referencias e incluso el nombre de Melchor Arteaga, el campesino que más tarde guiaría a Bingham, un 24 de julio de 1911, hasta las famosas ruinas.

Pero antes de Bingham, otras personas visitaron el lugar, aunque siempre con la ansiedad de buscar tesoros o mientras realizaban exploraciones mineras o buscaban rutas fluviales hacia la Amazonía.

¿SE CONOCIA DESDE 1565?

Todos los indicios históricos señalan que antes que Lizárraga pusiera sus pies sobre estas ruinas ya contaban con mapas del siglo XIX, que señalaban el sitio de Machu Picchu. Otros señalan que los primeros indicios son de 1565, cuando en los escritos del español Diego Rodríguez de Figueroa aparecía con el nombre de “Pijchu”.

La historiadora peruana Mariana Mould de Pease ofrece estos datos el 2003 quien publicó el libro “Machu Picchu y el Código de Ética de la Sociedad de Antropología Americana”.

CIUDADELA SAQUEADA EN EL S. XIX

Mould publicó los mapas que prueban que la ciudadela inca había sido conocida en el siglo XIX, y aparentemente saqueada por el aventurero alemán Augusto Berns.

Esos mapas habían sido hechos públicos como una primicia por el cartógrafo norteamericano Paolo Greer, quien aseguró que Berns era el verdadero descubridor de Machu Picchu, algo que fue rechazado por Mould.

Además, la historiadora reveló que Bingham tuvo entre sus papeles la resolución que autorizó la presencia de Berns en el sitio histórico, y dijo además que el historiador inglés Clemens Markham, que llegó a ser presidente de la Real Sociedad Geográfica de Londres, también tenía mapas en los que figuraba Machu Picchu.

Estos últimos mapas de Markham fueron los que realmente llevaron a Bingham hasta las ruinas.
AMERICO RIVAS REINVINDICA A LIZARRAGA



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El cusqueño Américo Rivas es el autor de la obra, titulada "Agustín Lizárraga: el gran descubridor de Machu Picchu", y donde añade abundantes detalles inéditos a una historia ya conocida y aceptada por los especialistas, pero que aún el público general desconoce, incluso en el propio Perú.

Hacer justicia a Lizárraga se ha convertido para Rivas en una cuestión personal a la que ha dedicado años de investigación, con los que ha ido llenando los huecos de una historia que, siendo natural de Santa Teresa (pueblo situado a siete kilómetros de Machu Picchu), había escuchado desde pequeño.

"Cada domingo yo iba a almorzar a la ciudadela y allí escuchaba en boca de mis abuelos la historia. Además, cerca de mi casa vivía una familia Lizárraga que también contaba la misma versión", recordó
.
Entonces, Rivas se propuso escribir un libro que reivindicara la figura de aquel agricultor cusqueño.

BUSCABA TIERRAS DE CULTIVO
Y DESCUBRIO MACHU PICCHU


Para su elaboración, el ingeniero de profesión contó con una fuente novedosa: una larga carta escrita en 1961 por Adriel Palma, hijo de Enrique Palma, uno de los que acompañaron a Lizárraga en su primera expedición, y en la que describe con detalle la historia.

Así, en su libro, Rivas aclara algunos puntos sobre el propio Lizárraga, quien más que un hacendado era un agricultor -"sobresalía en su segmento social"- que llegó a la hacienda Collpani, perteneciente a la familia Ochoa, en busca de trabajo.

Precisamente, fue su interés por buscar nuevas tierras de cultivo lo que, según Rivas, llevó a Lizárraga a descubrir Machu Picchu, donde llegó un 14 de julio de 1902, tal y como escribió el agricultor en una de las paredes de la ciudadela, un detalle que incluso recogió Bingham, explorador y político, en sus diarios del viaje.

"Recorrieron todo el día Machu Picchu, encontrando palacios y demás construcciones, aún con cerámicas en las hornacinas. Cuando bajaron y narraron lo que habían visto contaron que pareciera que la ciudad había sido abandonada de golpe", señaló Rivas.

PRIMER VIAJE TURISTICO A LAS RUINAS 1904

En el libro también se intenta desmentir otras ideas como que, tras la visita de Lizárraga, la ciudadela inca seguía siendo desconocida fuera de Cusco.

Rivas explica que la familia de hacendados Ochoa tenía familiares en Lima e incluso París, familiares que acudieron en 1904 a la hacienda con motivo de una boda, lo que permitió que algunos de ellos subieran hasta la ciudadela, "el primer viaje turístico a Machu Picchu", en palabras del autor.

"Todos en la boda hablaban del descubrimiento que había hecho el novio (Enrique Planas) y los familiares de los Ochoa publicitaron Machu Picchu en Lima y París", aseguró Rivas.

EL INFORME DE GABRIEL COSIO
Años después, el doctor José Gabriel Cosio entrega su informe oficial al gobierno peruano: “Machu Picchu descubierta estaba el 14 de julio de 1902 por el señor Agustín Lizárraga y sus vecinos de San Miguel …

"El señor Lizárraga subía con frecuencia a Machupicchu los años anteriores (a 1911) y no es verdad que el doctor Bingham haya sido el descubridor de Machupicchu, él le ha dado la vida de la fama, su celebridad tenemos que deberla al doctor Bingham… él tiene el indiscutible mérito en haberlas estudiado…”.

La francesa Simona Waisbarb en su libro “Misterios de Machupicchu” nos dice “Lizárraga fue un profundo conocedor de la zona… le dio a Bingham las mejores perlas”.

“Nuestro guía y compañero Lizárraga era un gamo para trepar los lugares más inaccesibles y un valiente para desafiar todos los obstáculos…”, dice José Gabriel Cosio y asegura que Lizárraga sabía leer y escribir perfectamente, no era “indio ignorante” ni un “agricultor analfabeto”, tal como lo quieren hacer aparecer ciertos doctores de la Universidad cusqueña.

Alfred Bingham, hijo de Hiram, en su libro “Retrato de un explorador”, señala que su padre eliminó toda referencia a Agustín Lizárraga y las fotos donde gran parte de la ciudad no estaba cubierta por “la vegetación de los siglos”, de esta forma demostró cómo su padre fue modificando en sucesivas publicaciones su argumentación para transformase poco a poco en el “descubridor" de Machu Picchu.

(Ramón Machado)

http://www.cronicaviva.com.pe/index.php/regional/selva/23317-cuzqueno-descubrio-machu-picchu-bimghan-la-celebridad




http://antiguaymedieval.blogspot.com/2010/03/machu-picchu-fue-descubierta-antes-de.html

Machu Picchu fue descubierta por Agustín Lizárraga en 1902

15b494.jpg Ciudadela de Machu Picchu
Nueve años antes que el explorador norteamericano Hiram Bingham llegara a las ruinas de Machu Picchu, éstas ya habían sido descubiertas por el hacendado cusqueño Agustín Lizárraga Ruíz, quien puso el pie en la notable ciudadela incaica exactamente el 14 de julio de 1902. Para dejar constancia de su descubrimiento, Lizárraga tomó un trozo de carbón y trazó sobre una de las piedras del Templo de las Tres Ventanas una inscripción que decía: "Agustín Lizárraga – 14 de julio 1902 – para la posteridad".

Uno de los depositarios de los testimonios de esta aventura histórica era José Gabriel Cosio, catedrático de la facultad de Letras de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, quien tiempo después sería designado representante del gobierno peruano en la expedición de Bingham.

La figura de Lizárraga, sin embargo, fue olvidada, relegada o dejada de lado aún por aquellos historiadores que sabían de su papel precursor en el descubrimiento de Machu Picchu.

El prestigioso historiador Luis E. Valcárcel, en su libro "Machu Picchu, el más famoso monumento arqueológico del Perú" –que acaba de reeditarse–, atribuye su descubrimiento a Bingham, y se limita a señalar que, "como suele suceder con todos los descubrimientos, hubo precursores", pero no menciona a Lizárraga.

La recuperación de Lizárraga recién empieza, ha trascendido los claustros de la universidad cusqueña y al menos por ahora dos historiadoras han recogido su aventura precursora en obras de valiosa consulta sobre Machu Picchu: Yasmina López Lenci y Mariana Mould de Pease.

Asimismo, los guías turísticos cusqueños que ilustran a los visitantes extranjeros interesados en las ruinas de Machu Picchu, citan ahora a Lizárraga como el precursor de su descubrimiento y narran episodios de los testimonios de sus acompañantes.

Pero, irónicamente, tal como lo ha resaltado la historiadora Mould de Pease, el mejor y definitivo reconocimiento de Lizárraga ha llegado por el lado del mismo Bingham, cuyo tercer hijo, Alfred M. Bingham, publicó una biografía de su padre con datos reveladores sobre el descubrimiento de Machu Picchu.
En esa biografía, el autor narra que en una de las libretas de apuntes que su padre llevó en la expedición a las históricas ruinas incaicas, encontró anotadas unas líneas que decían: "Agustín Lizárra es el descubridor de Machu Picchu y vive en el pueblo de San Miguel…".

Exactamente, Agustín Lizárraga vivía en el pueblo de San Miguel, donde era dueño de tierras, y de donde probablemente partió la expedición de julio de 1902 que le permitió descubrir antes que otros la histórica ciudadela incaica, a la cual envuelve aún una serie de enigmas no develados completamente.

Contra la opinión de ciertos historiadores, Lizárraga era consciente de la importancia histórica de su objetivo, pero carecía de apoyo y no estaba vinculado a los círculos científicos y académicos, de ahí que organizó una expedición a la que integró a sus amigos Enrique Palma y Gabino Sánchez, y a la cual financió con su propio dinero.
La expedición se enfrentó machete en mano a una naturaleza amenazadora, llena de precipicios, acechada por el turbulento río Urubamba, todo lo cual hacía prácticamente inexpugnable la ciudadela real de los incas, tal como la habían planeado sus constructores.

Pero la expedición llegó a su objetivo y, tras desbrozar parte de la maleza, dio con el asombroso monumento arqueológico, una enorme construcción de piedra tallada en el abismo, donde Lizárraga escribió su nombre y la fecha del hallazgo.

Si en algo falló la expedición fue en no informar al Estado, a la prensa, a la Universidad y a la intelectualidad local sobre su descubrimiento. De esta aventura sólo se enteraron los pobladores de los pueblos de Mandor y San Miguel.

Según la historiadora Mould de Pease, pocos años después Lizárraga emprendió una nueva expedición para confirmar el descubrimiento de Machu Picchu, pero esta vez la suerte no estuvo de su parte y el explorador cayó al río Urubamba donde se ahogó y su cuerpo nunca fue hallado.

Uno de los acompañantes de la primera expedición de Lizárraga, Enrique Palma, integró en 1904 otra expedición de nueve personas (seis hombres y tres mujeres) que también llegó a las históricas ruinas y a quienes se puede considerar los primeros turistas de Machu Picchu, puesto que su viaje tuvo carácter de excursión, sin fines científicos.

Según el testimonio de Palma, recogido tiempo después por su hijo, el viaje fue difícil, pero no tanto como la primera vez, puesto que Lizárraga ya había trazado la ruta y en parte había desbrozado el camino.

Machu Picchu se halla en la selva alta del Cusco, que fuera capital del Imperio Incaico, a 570 kilómetros al sudeste de Lima.

Bingham llegó por primera vez al Cusco en 1909, interesado en "la ciudad perdida de los incas" (Vilcabamba), de la cual tenía referencias por las crónicas de los conquistadores y misioneros españoles.

Pero en esa ocasión sólo halló el pueblo de Choquequirao. En su segundo viaje al Cusco entró en contacto con su compatriota Alberto Giesecke, entonces rector de la Universidad San Antonio Abad, quien lo estimuló en su empresa y le informó todo cuanto se sabía en la zona acerca de Machu Picchu.

Autorizado a explorar Machu Picchu por el primer gobierno de Augusto B. Leguía, muy proclive a atender cuanta solicitud procediera de Norteamérica, Bingham buscó en el Cusco a los lugareños que tenían noticias de las ruinas, quienes a la vez le informaron sobre el descubrimiento de Lizárraga.

Es en esta ocasión que Bingham debe haber anotado en su libreta: "Lizárraga descubrió Machu Picchu…", añadiendo datos sobre su probable ubicación como las líneas que dicen: "y vive en el pueblo de San Miguel, cerca del puente", pensando acaso encontrarlo, pero sin saber que el personaje ya había muerto.

De todas maneras, siguiendo la ruta trazada por Lizárraga en 1902, Bingham llegó a las ruinas al frente de una amplia expedición financiada por la Universidad de Yale, de la que era profesor, y por la National Geographic Society, y el 24 de julio de 1911 reveló al mundo científico la existencia de Machu Picchu.

A fines de ese mes también llegó a Machu Picchu una expedición de la Universidad San Antonio Abad, encabezada por Cosio y con la tardía autorización del gobierno, encontrando avanzados los trabajos de exploración y embalaje de las piezas arqueológicas halladas en las ruinas por Bingham.

Esta expedición universitaria también la integraba Enrique Palma, quien pudo observar que aún permanecía en una de las piedras del Templo de las Tres Ventanas la inscripción que dejara Lizárraga durante su viaje de descubrimiento de 1902, en el cual él fue uno de sus compañeros y ayudantes.

Las fotografías que tomó Bingham en su primer encuentro con Machu Picchu demuestran que parte de la ciudadela no estaba cubierta "por la vegetación de los siglos", como solía decir, sino que ya había sido deforestada, lo cual indicaba que antes que él otros habían explorado las ruinas.

Las fotos fueron publicadas en el libro "Retrato de un explorador: Hiram Bingham, descubridor de Machu Picchu", firmado por Alfred M. Bingham, el tercero de sus hijos.
El gobierno de Leguía autorizó a Bingham llevar a la Universidad de Yale con fines de investigación las piezas arqueológicas halladas en Machu Picchu, pero sólo por un periodo de 18 meses, transcurridos los cuales debía devolverlas al Perú, algo que ni Bingham ni esa casa de estudios cumplieron.

En diciembre de 2008 el Estado peruano demandó a la Universidad de Yale ante el tribunal de Connecticut por las piezas arqueológicas de Machu Picchu, a lo cual la Universidad pidió a los jueces desestimar el reclamo peruano.

Ante esta situación, historiadores y científicos peruanos empezaron a replantearse el caso del descubrimiento del monumento arqueológico más famoso y valioso del Perú y ahora debaten si el papel de Bingham fue el de "descubridor" o el de "saqueador" de Machu Picchu.

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