Rocío Maldonado
El cardenal Juan Luis Cipriani lo ha emplazado a dejar el sacerdocio porque considera que usted está utilizando su ministerio para su causa partidaria, ¿qué le responde?
Si la preocupación es porque pueda asumir una candidatura política, debo decirle que eso no ha ocurrido; pero si ocurriera, por el ordenamiento jurídico y jerárquico de la Iglesia tendría que resolver este tema con mi obispo, en este caso el obispo de Cajamarca. Él (Cipriani) no tiene ninguna potestad en Cajamarca. Él puede ordenar en Lima, en el Arzobispado. Esa es su jurisdicción eclesiástica.
¿Entonces el cardenal Cipriani no tiene voz ni voto en el tema de su posible alejamiento?
En esta materia no los tiene. Yo creo que se está excediendo en su facultad y en su potestad. Además, llama la atención que sea él quien haga este tipo de emplazamientos, pues no ha habido ningún cardenal en la historia republicana del país que haya sido tan controvertido por sus declaraciones políticas. Tal vez se ha contagiado del estilo mesiánico y cree que puede mandar en todo.
La mezcla del poder mediático con el poder religioso que tiene, y la cercanía con el poder político del que goza, puede haberle hecho perder el sentido de la realidad. Lamentablemente, ciertas declaraciones darían la impresión de que jamás se equivoca, que está por encima del bien y del mal. Eso es peligroso porque nos lleva a la polarización e intolerancia.
Pero usted, como sacerdote, ¿no le debe obediencia al primado de la Iglesia Católica Peruana?
Es obvio que hay una línea jerárquica que empieza en el Papa, le siguen los obispos y sacerdotes. Los cardenales son consejeros del Papa, pero no tienen jurisdicción en las diócesis donde mandan los obispos. El cardenal Juan Luis Cipriani es el arzobispo de Lima, pero no tiene injerencia en otras diócesis del país, aunque quisiera tenerla como en el caso de la Universidad Católica.
No es la primera vez que el cardenal Cipriani cuestiona su labor como sacerdote...
No, esta es la tercera o cuarta vez. Ahora usa de pretexto el tema político, pero en las anteriores ocasiones lo ha hecho por mi compromiso con el tema ambiental y las comunidades afectadas por la actividad minera.
El cardenal sostiene que las causas políticas distorsionan la labor pastoral. ¿Qué opina?
Me imagino que eso está referido a su propia acción. Recordemos cuando criticó la causa de los derecho humanos en Ayacucho en un momento cuando estos se violaban de manera sistemática. Es más, sus homilías son casi siempre políticas, y por el cargo e investidura que tiene siempre obtienen un rebote inmediato en la prensa nacional e internacional. Considero que debería fijarse más en el propio rol que viene jugando. Como en la homilía de este domingo...Este domingo el tema era la comunión eucarística, sin embargo, se dedicó a hacer uso de su poder y cuestionar mi intervención en política sin siquiera tener la amabilidad, la fraternidad de expresarla en privado.
Las controversias entre usted y el cardenal Cipriani presentan a una Iglesia peruana dividida en dos corrientes de pensamiento.
No, yo creo que solo hay una. La Iglesia que está al lado de los pobres, testimonio de la defensa de la vida y la justicia; pero también hay dentro de la Iglesia una ideología ultraconservadora, muchas veces ‘fascistoide’, que cuestiona esta cercanía y afinidad de la Iglesia con los más pobres. Eso es lo que está ocurriendo ahora.
¿Pero eso no es división?
No podemos hablar de una Iglesia dividida, sino de una vertiente ultraconservadora, respaldada por el poder político y económico, que está buscando que el compromiso con la justicia no sea efectivo.
¿Y Cipriani representa a esta vertiente?
Es evidente que quien piensa que los derechos humanos son lo que él dijo que eran, no está de lado de la justicia y de la paz.
¿Existe un límite para la participación en política por parte de un sacerdote?
Hay que hacer una distinción. En temas de política, entendida esta como el bien común, no tenemos ninguna restricción. Recordemos la intervención de Juan Pablo II en el caso de la caída del muro de Berlín o la posición de la Iglesia en materia de violaciones de DDHH. La restricción que tenemos es para participar en política partidaria. “Los partidos deben democratizar sus estructuras”
Usted presentó en junio su movimiento político Tierra y Libertad. ¿Ya decidió si será candidato a la presidencia el 2011?
Todavía estamos en el proceso de convocar a líderes locales, regionales y nacionales. Eso es algo que no me corresponde decidir a mí, pero no voy a huir de mis responsabilidades ciudadanas si se trata de una petición consensuada. Pero todo se dará en su momento.
Usted señala que el Perú necesita mayor democratización...
Estoy hablando de líderes comprometidos con el tema de justicia social y justicia ecológica. Pero también de líderes elegidos por sus bases. En este punto debo recordar a los partidos políticos que deben democratizar sus propias estructuras partidarias y dejar de lado a los candidatos naturales. Pero esa es una práctica aceptada en el país.
Pero en Tierra y Libertad vamos contra la corriente. Queremos que el Perú deje ser una República sin ciudadanos, donde la mayor parte está pensando en un caudillo. Debe haber un cambio, empezando por el propio presidente Alan García, que es el caudillo del Partido Aprista y no deja que otros liderazgos le hagan competencia.
Fuente: La República,
11 de agosto de 2009