Por: Jinre.
Las esperanzas del pueblo también se agotan, más rápido que las balas y las bombas.
En
estas últimas horas, han encarcelado al alcalde de Espinar por ponerse
al frente de las demandas de su pueblo; han descartado como interlocutor
para las negociaciones al presidente regional del Cusco; los
congresistas representantes del Cusco vienen siendo victimas de su
propio partido y de la derecha y los amenazan con expulsar de Gana Perú;
los dirigentes de Espinar están amenazados, encarcelados o enjuiciados
por llevar adelante una protesta que pedía a gritos ser escuchada desde
hace varias semanas; la ineficiencia e indiferencia del gobierno hizo
caso omiso a los reclamos, hasta que todo se desbordó. Ahora el pueblo
de Espinar se encuentra en Estado de Emergencia y en manos de la policía
y el ejercito. ¿Con quién van a negociar y ponerse de acuerdo entonces
para solucionar los justos reclamos de las poblaciones afectadas por la
contaminación?.
Ante
todo esto, vemos a un primer ministro como Valdez quien pareciera que
utiliza uno de sus hemisferios del cerebro sólo para otorgar
complacencias al gran capital sin cuestionarles nada, y el otro, para
pensar cómo ejercer mayor represión y mano dura (balas y bombas) contra
las poblaciones que creyeron y votaron por el actual presidente.
Recordemos
que a pesar de los golpes bajos asestados por la derecha y los grandes
medios de comunicación al actual gobierno desde los primeros días en que
asumió el cargo el presidente Ollanta, se dejaba sentir aún con fuerza
el apoyo de gran parte de la población para el presidente. Las “masas”
entendían perfectamente que quienes perdieron las elecciones, no
dejarían tranquilo al nuevo Jefe de Estado.
Hoy,
las esperanzas del pueblo aún se pueden escuchar en las mismas
manifestaciones con frases como: ”¿Qué te pasa Ollanta?”; “Presidente,
saque a los malos elementos de su gobierno”; “Ollanta, votamos por ti,
porque creímos en el cambio”; “Están manipulando a Ollanta, él debe
darse cuenta de eso”; “Ollanta, cumple tus promesas, nosotros creímos en
ti”.
Desde
que tengo memoria, nunca escuché y observé este tipo de manifestaciones
llenas de esperanza –pero también de angustia y desencanto- en las
poblaciones que reclaman por asuntos que ellos consideran justos; nunca
antes escuché el llamado del pueblo a su presidente para que retome el
camino de sus promesas; nunca vi a masas de gente sencilla protestando
bajo el humo de las bombas y las balas expresando a voz en cuello sus
últimas esperanzas a un presidente que ellos sintieron sería diferente a
los anteriores.
Alguna
vez el maestro Manuel Acosta Ojeda me dijo: “a lo largo de la historia
de nuestra patria, muchos gobiernos malgastaron y derrocharon las
escasas esperanzas que nuestros pueblos suelen ahorrar con tanto
esfuerzo y paciencia”.
Efectivamente, las esperanzas de nuestros pueblos también se agotan, al igual que su paciencia; Ollanta debería saberlo.
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